Reiki en 3 pasos
- Lobo Federico ( Apuntes )
- 19 feb 2019
- 2 Min. de lectura
Por Claudio Marquez.

Hay una esencia sutil en reiki a la que no le prestamos mucha atención y es fundamental para darse cuenta de los primeros efectos que produce. Más allá de los símbolos que usemos, más profundo que la energía de la cual somos canales, incluso más lejos de lo que sentimos al actuar sin que seamos nosotros mismos los que estemos corporizando los efectos.
Reiki es inmaterial o no visible y transmite en cada sesión una vibración de armonía. Esa armonía no la produce ninguna técnica, no hay símbolos que puedan lograr esa alquimia: es generada por la persona que da las sesiones. Es lo que llamo la “sanación por presencia”. Sin elementos materiales, sólo “estando” en ese momento. Pensemos en cualquier terapeuta que en vez de “atendernos” esté atento y presente. Su sola presencia ya es armonizadora por no decir curativa.
Todos los seres humanos tenemos esa capacidad, seamos o no reikistas. La diferencia es que, quien aprende reiki, se vuelve un canal consciente de dicha capacidad, recordando quien es ella/el en esencia.
Tu presencia es energía, conectada a la fuente que es el Sol, y llevada hacia el aura de quien recibe. Ese efecto que conocemos y que no lo hacemos consciente, produce una transmutación que se traduce en una mejora del estado de ánimo de la persona.
Ese es el primer efecto que hay que lograr: mejorando el estado de ánimo, mejora su receptividad a todos los tipos de tratamiento en general que la persona esté llevando a cabo, sin importar si es químico o natural.
Por eso el comenzar una sesión, es poner en marcha la natural capacidad auto curativa de todo organismo vivo, dada por la naturaleza. E insistir en dar al menos 5 sesiones, termina de redondear una primera etapa en la recuperación de esa persona. Este es el segundo paso sutil que guía tu armonización: el buen ánimo.
Al notarlo en el otro, es una buena razón para pensar que vamos bien con las sesiones.
Luego está nuestra atención durante las sesiones: no debe estar en el problema que la persona propone, sino que tiene que estar enfocada en estos tres puntos, que incluso puedes recitar incluso si deseas durante la sesión y en el silencio de tu corazón: que puedas ser feliz, completamente saludable y libre de todo sufrimiento. Que todos los seres puedan ser felices, completamente saludables y libres de todo sufrimiento. Que yo pueda ser feliz, estar completamente saludable y ser libre de todo sufrimiento.
Al enfocarnos en: el otro, en todos los seres y en mí, capto la esencia de todo proceso de armonización, dado que no hay logro posible si no me enfoco en esos tres puntos: la armonía se logra al pedir por el otro, por todos los seres y también por ti
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